El Campo y Yo
Esto me lo mando un amigo que se caracterizo siempre por su coherencia, nunca estuvo viendo donde daba el sol para ponerse cerca, por eso creo que vale la pena compartirlo, aunque alguno pueda disentir con su contenido, pero hasta en ese caso, creo que aporta mucho.
El Campo y Yo
1. De lo Primero que me acordé anoche fue del artículo que escribió Aliverti por el 24 de Marzo, en lo que Lanata llama el Boletín de Adoctrinamiento Oficial. Aliverti sostenía que en un montón de detalles, de hechos cotidianos, el golpe del 76 está vivo. Golpeado, pero vivo. No pude dejar de pensar eso anoche.
2. De lo Segundo que me acordé, fue de algo que escribí – y que creo que en ese momento solo le mandé a Andrea – en los días que terminaron con el gobierno de De la Rúa. En ese momento, yo sostenía que debió haberse quedado, y que la actitud del partido y de los Gobernadores Peronistas, de negarse a poner su parte para tranquilizar el país, para encontrar salidas a la situación, los convertía en golpistas. Soterrados, pero golpistas al fin, limitados en su propia visión de querer capturar el gobierno. Los dichos de Duhalde, que por suerte no escuché anoche, sobre que la situación le hacía acordar a los días previos a la caída de De la Rúa, no hicieron más que ratificar esa idea.
3. Podría decir que tengo mucha bronca, pero en realidad, lo mejor sería decir que tengo en principio, el estómago revuelto. Y eso es porque no acepto que un tipo vestido con ropas caras (de campo, ¡¡ sí !!, pero caras) y que anda en una Isuzu Trooper, diga que está haciendo un paro pensando en el pueblo.
4. El pueblo no es el campo, no son las entidades agrarias. Y tampoco es D’Elía. Ni la clase media acomodada de Capital que salió a cacerolear anoche. La apropiación de un lugar que no les corresponde es, sinceramente, muy molesta.
5. La misma apropiación de términos que el campo ha hecho con su medida de fuerza. Ya lo dije, pero las entidades agrarias no pueden hablar de paro(y los medios no pueden ser tan irresponsables para repetirla sin cuestionarla). Es un desconocimiento de las bases del capitalismo que tanto defienden: el paro es de los asalariados, de los que trabajan realmente en cualquier ámbito; esto es un bloqueo patronal para obtener mayores réditos económicos de los que tienen.
6. El gobierno tampoco es el pueblo, que quede claro. Pero al menos puede decir que en las elecciones lo votó la mayoría, nos guste o no. La no aceptación de lo elegido por las mayorías (lo cual no implica no cuestionar ni criticar), es para mí, una actitud golpista.
7. El gobierno se equivoca en este tema en unas cuantas cosas. No en el tema de las retenciones, por cierto. Se equivoca en no tener una política definida para el sector y en no usar las retenciones para algo que no sea mantener el dólar alto y subir las reservas del BCRA. Se equivoca en no ser claro y explicar por qué las retenciones son válidas, qué es lo que pasaría si no hubiera retenciones en este momento en particular. A ver, el discurso de Cristina de ayer tuvo una lógica demoledora, más allá de algunas cosas cuestionables (la cuestión de ser “razonable” en economía, por ejemplo). Si este fuera un gobierno de izquierda (que no lo es ni por asomo), uno hubiera esperado que ayer mismo, como respuesta a la medida de fuerza se anunciara el cierre de las exportaciones, por ejemplo, como una demostración de poder. Sin embargo, un gobierno más conservador en lo económico de lo que parece, prefiere confrontar desde la palabra y no desde los hechos, porque íntimamente sabe que no puede convencer a las mayorías de la justicia de este acto de gobierno en particular.
8. Vuelvo a las actitudes golpistas. Lanata dice hoy en su artículo de “Crítica” que él no cree que vaya a haber golpe económico contra Cristina. Es una evaluación posible, pero no me parece, sinceramente la más acertada. La razón que da es que no son tan tontos los grandes productores, como para destruir a un gobierno con el que más han ganado. El error está en el razonamiento. Si ellos saben que pueden ganar más con alguien que les garantice que no va a haber retenciones, no van a tener problemas en destruir al gobierno que sea para conseguir siempre más. Si lo hizo la industria y el circuito financiero con Alfonsin, si ayudó a que se cayera De la Rúa…
9. Lo peor es encontrar certezas. Cosas que uno inconscientemente tenía incorporadas pero que se negaba a creer como ciertas. La peor certeza de anoche es saber que este país no tiene arreglo. Que el argentino es el único animal capaz de tropezar 200 veces con la misma piedra. Que la gente haya salido a golpear cacerolas para que saquen las retenciones me repugna. Que se crea que la gente que salió anoche no tiene intereses en el tema (de hecho, muchos dueños de tierras viven en Capital, no donde tienen las tierras) es una tontería. Que la clase media y media alta proteste solo porque quiere consumir y le aterra el temor a la góndola en blanco, me hizo pensar en algo muy lejano en el tiempo. Hace muchos años, no me acuerdo quién ni en qué circunstancias, me preguntó si yo creía que en la Argentina era posible que triunfara una revolución (de izquierda, obvio; las de derecha no son revoluciones). Yo le dije que no, argumentando cuestiones geográficas, disparidad de culturas, cosas por el estilo. Pero si ante dos semanas de lock-out del campo, la gente es incapaz de dejar de comprar lo que aumentó de precio por el desabastecimiento o si dice, como ví por ahí, “ah, no, yo carne picada no como”, bueno, seguro que nunca puede haber una revolución en este país.
10. En todo caso, seamos sinceros. Los productores del campo – como los industriales, como los banqueros – son un reflejo de ese argentino medio cuyo lema básico es “cuidar la quintita”. Lo que importa, en definitiva, es salvarse, y cagarse en los demás. El reclamo del campo es “eliminar las retenciones”, no volver atrás con el último incremento, con lo cual lo único que interesa es acumular. Es cierto, uno puede cuestionar al gobierno por no hacer nada con ese dinero. Pero justamente lo que me causa mucha bronca es que se agarran de eso para no pagar. Escuché a algunos que decían que no querían retenciones porque esa plata no vuelve al pueblo. Con lo cual la quieren para ellos, no para hacer lo que el gobierno no hace (por ejemplo, caminos). La diferencia es que si ellos se quedan con esa plata, nadie les puede reclamar nada; en cambio al gobierno, sí.
11. Quizás es más agotador el entorno. Esta clase media estúpida que me rodea, por ejemplo, en mi ámbito de trabajo, que nunca pensó en un proyecto de país, y que cree que no hay que presionar al campo y no saben ni tienen la más mínima idea de cuánto dinero se mueve hoy con eso. Es cierto, la ignorancia del argentino beneficia a los gobiernos, eso lo sabemos, pero también a los grupos de poder.
12. Todavía uno se pregunta por qué la gente no tiene intención de resolver el pasado relacionado con la represión en la dictadura militar. Si no se acuerdan de las cosas que ya pasaron – hiperinflación alfonsinista, devaluación duhaldista, entrega menemista, corralito bancario, etc- y que les tocaron de cerca, qué podemos esperar del resto.
13. Y bueno, acá estamos. Es un país que da mucha tristeza este. La tristeza y la bronca me hizo pensar recién ayer que es un país en el que definitivamente no vale la pena vivir, porque estamos condenados a repetir los errores del pasado. No aprendemos nada. Yo no quiero que la gente de campo no gane dinero, lo que no quiero es que se la lleven toda, que se nieguen a pagar de acuerdo a lo que ganan. Yo no quiero que los mismos que cuestionaban a los piqueteros que salían a la calle porque no tenían trabajo, ahora hagan cortes de ruta peores. Yo no quiero que la gente exija al gobierno que acabe con los paros docentes por tiempo indeterminado, pero cuando lo hace el campo se pone del lado de estos. Yo no quiero que los medios vendan a la gente de campo como la salvación de la patria. Yo no quiero que el gobierno no haga nada. Yo no quiero que la gorda Carrió se embandere bajo un grupo que se llama “Dejen en paz al campo”. Yo no quiero a D’Elía y no quiero a los dirigentes del campo. Solo quiero que se sienten a hablar, pero sí, ya lo sé, soy muy estúpido. Estúpido sí, pero con mucha bronca.
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