Los Peligros de “Vivir en la Calle”
“Estamos acá desde hace un año y medio. Somos toda una familia, con cinco chicos, viviendo así: en esa casilla. Nos ofrecen paradores pero ahí no nos tratan bien. Acá nos llevamos bien con los vecinos, nos ayudan. Yo solo necesito trabajar”. Mary Juárez estaba ayer entre el dolor por la muerte de su sobrina de 3, y la bronca por lo que había pasado.
“Estamos solos, nadie nos ayuda”, se quejó. En la Ciudad hay centenares de grupos viviendo en las mismas condiciones: se arman casillas que se conocen como “ranchadas” y que cuentan con tiendas improvisadas con cartones, telas o, incluso, contenedores de basura. En este caso la ranchada estaba armada hace cuatro años y era usada por dos familias. En otras habitan desde hombres o mujeres solos, hasta mujeres con chicos y en condiciones inhumanas. Todos, son vulnerables y están expuestos a las enfermedades y el tránsito, a centímetros de colectivos y autos.
No hay números claros que muestren con certeza cuántos son en cada barrio o cómo viven su rutina. Algunos organismos tienen en cuenta solo a los “estables”, que son los que viven de lunes a lunes en una casilla. Otros miden a los más vulnerables, o a los que están en riesgo inminente. Para el Gobierno porteño no son más de mil. Para la ONG Médicos del Mundo son muchos más: según su último informe, “en la Ciudad todos los días 16.353 personas (niños/as, jóvenes, mujeres y adultos mayores) sobreviven en las calles”.
Sin embargo, más allá de la diferencia de criterio, están. Padecen y sobreviven. Muchos viven del cartoneo y se quedan allí con lo que juntan, otros abandonaron los paradores porque no aceptan los requisitos, no los convencen, o se quejan del trato, y también hay algunos que dicen que tuvieron que dejar los hoteles porque aumentaron los valores y ya no los pueden pagar. Están.
Viven en y del espacio público, en veredas, plazas, bajo autopistas, e incluso en guardias de hospitales, estaciones de tren o, de noche, en cajeros automáticos. Aún a pesar de los días en que el clima vuelve hostil y los colectivos amenazan.
Y aún hay más: según la ONG Médicos del Mundo, todos los grupos familiares toman la calle como última opción, pero lo grave es que su salud siempre está en riesgo. Y aún más en época invernal donde hay bebés expuestos a enfermedades respiratorias y a situaciones críticas que terminan en casos mortales. Mary es una de las mamás que decidió que la calle es mejor que los paradores. “Ahí nos robaron, nos enfermamos. Acá nos cuidan los vecinos. Algunos asistentes nos ayudan, así pudimos hacernos los documentos, pero otros no”, contó. Tiene 23 años. Y ayer pedía un trabajo. “No subsidios”, aclaró. En Capital las zonas más pobladas siguen siendo el Centro, Congreso y Plaza Constitución. No es un fenómeno menor: hoy ya hay por lo menos una generación que nació en una ranchada.
Luis Alberto Serres
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