Algunas reflexiones sobre la Infancia
El concepto de infancia ha cambiado a lo largo del tiempo, el lugar que ocupan los niños hoy día no es el mismo que ocupaban hace muchos años atrás. Es una etapa de la vida que se fue resignificando y hoy nos encontramos con nuestros niños que claramente vivencian su infancia de modo muy diferente a la que tuvimos nosotros, sus padres, y más diferente aún a la de sus abuelos.
Es muy usual ver a los adultos actuales desorientados y confundidos y muchas veces acelerando los tiempos de crecimiento y estimulando a sus niños a que dejen de ser niños.
Por eso les propongo pensar en la siguiente pregunta: ¿Qué necesita un niño? Sabemos que la infancia se extiende entre el nacimiento y los doce años aproximadamente y que tiene diversas etapas con diferentes necesidades pero también hay algunos aspectos comunes, por eso, podemos pensar que los niños necesitan:
– Jugar
– Estar con otros niños
– Tener tiempo para aburrirse
– Desplegar su imaginación y fantasía
– Adultos que ejerciten la paciencia
– Adultos que puedan conectarse con ellos y con sus necesidades, pudiendo atenderlas
– Adultos que puedan comunicarse con ellos mediante la palabra pero también a través del
afecto.
– Adultos que jueguen y disfruten de hacerlo pero que también puedan dejar de jugar cuando no
quieren hacerlo
– Adultos que lleven una vida equilibrada entre trabajo, familia amigos y esparcimiento
– Adultos que puedan pensar equilibradamente
– Adultos responsables, que puedan hacerse cargo de sus elecciones
– Adultos que entiendan que los vínculos se construyen día a día
A pesar de que la niñez se transforme, hay un aspecto de ella que sigue siempre igual y es que los niños dependen de los adultos, los necesitan para vivir.
Como dice la Lic. María Cecilia Marino: La infancia es un tiempo de emociones intensas, a veces desequilibradas. La adultez debe ser una etapa de emociones equilibradas donde en lugar de espejar a nuestro hijo enojado gritando más fuerte o angustiarnos
con nuestro hijo angustiado, podamos sostenerlo y ayudarlo a pensar y a expresar sus necesidades de modo positivo. Pensar de modo equilibrado significa:
Saber que las personas tenemos fortalezas y debilidades. Conocer nuestras debilidades nos ayudará a superarlas.
Entender que el mejor ejemplo es lo que hacemos y no lo que decimos.
Tener en claro nuestros miedos y ansiedades para hacernos cargo de ellas evitando que sean nuestros hijos los que deban cargarlas.
Respetemos y valoremos esta etapa de la vida, ayudando a nuestros hijos a que la vivan, respetando sus tiempos y entendiendo, por sobre todas las cosas, que son niños, no son adolescente ni adultos, parece obvio pero no lo es tanto, tener claridad sobre esto nos ayudará a acompañarlos en esta hermosa etapa de la vida: Su Niñez.
Lic. Marina Suarez
Psicopedagoga
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