«Hay un riesgo concreto de emigración de muchos docentes»
El Dr. José Paruelo se refirió a la situación que atraviesa el sistema universitario público nacional. En la entrevista realizó una lectura sobre el veto presidencial, habló sobre el impacto de las políticas de desfinanciación tanto en la Universidad como en el CONICET y reflexionó sobre cómo esta coyuntura afecta a jóvenes docentes investigadores que, cada vez más, migran al exterior.
La Universidad pública Argentina y el Sistema Nacional de Ciencia y Técnica están atravesando uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas. La semana pasada, la Cámara de Diputados respaldó la decisión del Gobierno Nacional de vetar la Ley de Financiamiento Universitario. Sin esta Ley se desregula el presupuesto de las universidades, impactando directamente en su funcionamiento y en los salarios de los trabajadores docentes y nodocentes.
Frente a esta preocupante situación que transita el sistema universitario público nacional, el Dr. José Paruelo, Profesor de la Facultad de Agronomía de la UBA, Investigador Superior del CONICET e investigador principal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria de Uruguay, se refirió al fuerte impacto que generan las políticas de desfinanciación de la Universidad en la FAUBA y en su actividad como docente investigador. Además, habló sobre la creciente renuncia de jóvenes docentes de la Facultad que, con posgrados y trayectorias en investigación, se fueron a trabajar a universidades del exterior.
-¿Qué lectura haces sobre el veto presidencial y el apoyo de los Diputados para que no se sancione la Ley de Presupuesto Universitario?
-El veto no me sorprende, tampoco la actitud de los diputados que no fueron capaces de ponerse del lado de las Universidades públicas. Me genera un sentimiento de frustración, indignación y profunda pena por el destino como Nación. Veo la angustia que genera en los más jóvenes la incertidumbre sobre la posibilidad de desarrollar una carrera académica o de formar profesionales. Esto, lamentablemente, no es nuevo. Los más viejos ya lo vivimos en otras épocas. Y los verdugos de la Universidad se repiten.
Pensábamos, quizás ingenuamente, que esto había sido superado, que los avances que implicó tener un Ministerio de Ciencia, una ley de financiamiento de la Ciencia o una política activa de expansión del sector habían llegado para quedarse. Se tuvo la ilusión de que la Ciencia y la vida universitaria se habían instalado como valores para cualquier gobierno. No es así. Hay proyectos políticos que para ser llevados adelante necesitan debilitar la Universidad.
-Mas allá de las cifras que se publican en los medios, ¿cómo impactan las políticas de desfinanciación de la Universidad en nuestra Facultad y en tu actividad como docente investigador?
-Hay, por supuesto, muchos ejemplos dentro de la FAUBA. Me referiré a uno en particular. Durante 20 años trabajamos en la construcción y consolidación de un grupo académico que aborde temáticas que no se trataban en la Facultad y para las cuales había poco desarrollo en el país. Estas temáticas vinculadas al Ordenamiento Territorial Rural surgieron a partir de la consolidación de la Lic. en Ciencias Ambientales. Se acercaron estudiantes de grado que hicieron su trabajo final, comenzaron como docentes alumnos, obtuvieron becas, siguieron estudios de Maestría y Doctorado y forjaron su independencia académica desarrollando nuevas líneas de trabajo. ¿Cuánto lleva ese proceso? 15 años, al menos. ¿A qué llegamos? A un grupo de docencia, investigación y extensión sólidamente formado a cargo de cursos de SIG y teledetección, Modelos estadísticos, Gestión y Conservación de los Recursos Naturales, Ordenamiento Territorial, entre otros. Se creó una carrera de especialización con numerosos cursos para profesionales. Se publicaron decenas de artículos con contribuciones metodológicas novedosas (por ejemplo, las que soportan el proyecto MapBiomas), el desarrollo de indicadores ambientales aplicados en muchos lugares del mundo, la cuantificación y consecuencias del desmonte, etc. Todas cuestiones directamente ligadas, por un lado, a problemas nacionales y también a las temáticas que se abordan en los cursos. Hoy hay un grupo de docentes e investigadores de entre 30 y 40 años con un presente y un potencial académico enorme.
-¿Qué enfrentan estos jóvenes con potencial académico en este contexto de desfinanciamiento?
–Salarios de hambre, recortes, eliminación de los subsidios (PICTs) que han ganado, el deterioro de la infraestructura específica y general para llevar adelante su trabajo, restricciones en el acceso a la bibliografía.
Por ejemplo: Hernán Dieguez es un Jefe de Trabajos Prácticos (JTP) con dedicación exclusiva y diez años de antigüedad. En un año vio esfumarse su capacidad de compra para cualquiera de sus consumos básicos (desde Internet a subte, pasando por gas, alquiler y alimentos). Luciana Staiano, también JTP pero con un cargo simple (10 hs) cobra poco más de 160 mil pesos y su beca de CONICET se terminó en Marzo.
En fin, esa es la “casta” de la que habla el presidente para vetar el financiamiento.
-Mencionas el CONICET, ¿qué impacto tiene el recorte que está sufriendo en la FAUBA?
-¡Enorme! Buena parte de los JTP y Ayudantes de Primera dependen de una beca o un salario de CONICET. El CONICET fue y es el soporte de la Investigación y la docencia. Gonzalo Camba, que también tiene un cargo simple, se queda sin beca en Marzo del 2025 y como en el caso de Luciana tiene una enorme incertidumbre acerca de si podrá acceder a una beca posdoctoral. Pablo Baldassini obtuvo su ingreso a carrera en la convocatoria pasada. Consultó sobre su situación y en marzo de este año le contestaron: “Por el momento el Organismo no está autorizado a incorporar personal”.
-¿Cuáles son las salidas, las alternativas para estos profesionales?
-Las alternativas no son muchas. Una es el pluriempleo, pero esto tiene consecuencias nefastas porque erosiona la capacidad de tener una dedicación plena a una actividad tan demandante como la docencia y la investigación.
Otras son las licencias para poder acceder a cargos o posiciones en el exterior. En este momento tres personas de nuestro grupo han accedido o van a acceder a posiciones en el extranjero. María Vallejos y Sebastián Aguiar en la Universidad Humboldt de Berlín y Pablo Baldassini en INIA – Uruguay. Las posiciones a las que accedieron son temporarias.
-¿Y qué sucede si les ofrecen una posición permanente?
-Eso ya ocurrió con Georgina García Inza, quien termino renunciando a su cargo en la FAUBA para trabajar en Uruguay. Gonzalo Camba Sans, quien está a punto de terminar su doctorado y ya publicó 14 artículos en revistas científicas de primer nivel, se encuentra en este momento en la Universidad de Virginia con una beca Fullbright y el profesor que dirige su pasantía piensa ofrecerle un posdoc. ¿Qué hace Gonzalo con esta oferta frente a la incertidumbre de si abrirán becas de posdoctorado en CONICET y a la certeza de un salario de hambre de 160 mil pesos?
Hay un riesgo cierto y concreto de emigración o de salida del sistema de muchos docentes. Los que menciono no son los únicos.
-Es preocupante además porque las carreras de grado se quedarán sin docentes con trayectoria académica…
-Este es el caso concreto de Ordenamiento Territorial, Gestión y Conservación de los RRNN, SIG y Teledetección. Por supuesto esto se multiplica en muchas otras áreas de la Facultad. El deterioro de las condiciones de enseñanza y aprendizaje es obvio. Esto de por sí es grave, pero hay una retroalimentación más negativa aún del desfinanciamiento de la Universidad: un desestímulo enorme para que estudiantes de grado se embarquen en una carrera académica.
No solo estamos perdiendo lo construido sino también el futuro.
-¿Qué podemos hacer frente a esta situación?
-No bajar los brazos, resistir con todos los medios a nuestro alcance estas políticas de destrucción de la Universidad. Para esto hay que sumar a quienes aún ven esto como un problema ajeno o fuera de su responsabilidad. Las Universidad Nacionales son públicas, autónomas y cogobernadas. Eso no es un eslogan, es sobre todo una responsabilidad. La responsabilidad de involucrarnos. Los docentes no somos sólo empleados ni los estudiantes clientes. Somos, como Universitarios (con mayúsculas), quienes tenemos la responsabilidad de las cosas que pasan (las buenas y las no tanto) y de resistir los ataques de los que somos víctimas.
Esp. Lic. Agustina Cavalanti para www.revistamibarrio.com.ar
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