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Arrasando una institución científica – Revista mi Barrio
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Revista mi Barrio

Periódico barrial de Villa Real y Versalles, barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Arrasando una institución científica

agosto 23, 2018

Cualquier decisión que se tome sobre el espacio que fue ocupado por el Jardín Zoológico de Buenos Aires debería tener en cuenta que se trató de una institución científica de excelencia, que siguió los mejores criterios mundiales para ese tipo de instituciones para la época de su fundación a fines del siglo XIX.

 

Los edificios fueron diseñados como representativos de los países de origen de los animales que se mostraban. Se incluyó un paseo de esculturas al aire libre, con reproducciones de estatuas famosas de otros países, con el criterio de mostrar la historia del arte a aquellas personas que no podían viajar a ver las obras originales.

 

Si bien el público veía sólo los aspectos recreativos (que fueron los que se privilegiaron en su privatización durante la década de 1990) el Zoológico fue un importante centro de investigación en zoología y en el conocimiento del medio natural argentino. Por ello, su Biblioteca fue el repositorio de los informes originales de las expediciones geográficas realizadas en nuestro territorio.

 

El objetivo de la privatización fue transformar una institución científica en un espectáculo comercial, entregado a empresarios del espectáculo (que nada sabían de fauna) como Gerardo Sofovich. Por ejemplo, la lógica del diseño incluía espacios denominados como de “animales estrella”, atendiendo más a la demanda de público que al rol educativo y de divulgación científica que debería tener la institución.

 

Por esa razón, la Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento fue desmantelada para liberar espacio para actividades comerciales. Sus libros económicamente valiosos fueron robados con la complicidad o negligencia de autoridades y concesionarios. Tiene su lógica: no hay ninguna razón para tener una biblioteca en un shopping.

 

También desaparecieron especímenes que pudieron haberse introducido en las redes del tráfico de fauna.

En años recientes, se hicieron algunos intentos de disimular los objetivos puramente comerciales. Para eso, convocaron a dirigirlo al prestigioso especialista en fauna Claudio Bertonatti, con un programa dirigido a la conservación de la vida silvestre. Cuando vio que ese programa era simplemente un engaño, Bertonatti renunció y denunció la maniobra.

 

La actual gestión de la Ciudad de Buenos Aires partió del hecho cierto de la decadencia del modelo de zoológico del siglo XIX e hizo aprobar una Ley que ordena su reemplazo por un Ecoparque, sin dar muchos lineamientos. Como en el caso de Sofovich, no hay una propuesta científica sino sólo una comunicación publicitaria que encubre el interés de darle un uso comercial a la excepcional edificación histórica del predio.

 

Con el argumento del bienestar animal, anunciaron el retiro de los ejemplares exhibidos. Pero el que un animal no se vea, no significa que esté en condiciones adecuadas. Los argumentos de reinserción en la naturaleza son falsos. Un león que se pasó 20 años comiendo whiskas no puede procurarse su alimento en la selva. Un ciervo criado en jaula no sabrá escapar a tiempo de los depredadores o los cazadores furtivos.

 

Tampoco los mandaron a un geriátrico para animales salvajes. Aquellos animales que es costoso trasladar, como la jirafa, simplemente los están dejando morir de hambre. Si estaban mal en el viejo Zoológico, muertos están peor.

 

En mi opinión, una propuesta para el espacio que ocupaba el Zoológico de Buenos Aires podría seguir los siguientes lineamientos:

 

  • Debe evitarse la creación de un parque temático, al estilo Disney, donde los edificios históricos sean usufructuados por diferentes cadenas de restaurantes y tiendas. El criterio es que haya un sólo espacio reducido, de venta de alimentos y recuerdos, y que el resto del predio se utilice para fines de interés público.

 

  • Tener como objetivo la reconstrucción de los objetivos científicos y educativos de la institución, orientada ahora a crear un centro de excelencia de educación ambiental.

 

  • Gestión absolutamente pública, sin participación del sector privado.

 

  • Convenio con la Universidad de Buenos Aires (consultora preferencial de la CABA, según su Constitución) para el diseño físico e institucional.

 

  • Creación de un Instituto de Formación Docente en Educación y Comunicación Ambiental, con sede en el predio, tanto su administración, aulas y auditorio de conferencias, cine y videos.

 

  • Evaluar el traslado gradual al predio de otras carreras afines.

 

  • Creación de una Biblioteca y Centro de Documentación especializado en temas ambientales y de educación ambiental.

 

  • Creación de un área de producción de libros y videos de investigación, educación y comunicación ambiental.

 

  • La institución será sede de proyectos de investigación en temas de Ciencias Ambientales.

 

  • Utilización de las construcciones históricas como espacios para exposiciones multimedia permanentes y temporales sobre cuestiones ambientales. Preparación de exposiciones itinerantes para presentar en diversos puntos del país. Espacios para el APRA y ACUMAR, para Universidades y Provincias, Parques Nacionales, etc. Incluirán aspectos tales como: descripción de los diferentes ecosistemas y ecorregiones del país, cuestiones ambientales como cambio climático, deforestación, energías renovables, contaminación, impacto ambiental de actividades extractivas, conservación, gestión de residuos, economía circular, etc.

 

Las imágenes que acompañan la nota,  tienen que ver con un contrapunto entre las obras de arte del Zoológico de Buenos Aires y el aspecto más oscuro de la historia de los zoológicos, que es la incorporación de seres humanos a las colecciones de animales exóticos durante los siglos XVIII, XIX, e, increíblemente, también en el siglo XX. Son diferentes desnudos. A la izquierda vemos un hermoso mármol francés en el que una mujer desnuda cumple las funciones de un reloj de sol. «Sólo marco las horas serenas», dice. A la derecha, un cartel del Zoológico de París, de fines del siglo XIX, donde anuncian la exhibición de «salvajes» de las colonias francesas.

 

Antonio Elio Brailovsky

Especial para Revista “Mi Barrio”www.revistamibarrio.com.ar

 

 

 

 

 

 

 

 

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