Ramal a la Basílica (2° Parte)
Esta es la 2° parte de la nota que publicamos en el mes de Julio, y que se nos traspapeló, por ese motivo, lo reproducimos en éste momento.
Gracias por comprender.
Luis Alberto Serres
Las Peregrinaciones
En épocas lejanas se llegaba a visitar a la “Virgen Gaucha” a caballo, en carreta, diligencia, a pie o en los pocos medios que tenían los promesantes. Vestían sus mejores pilchas, chambergo, pañuelos de seda, botas, para homenajear y honrar a la Virgencita.
En 1864, con la llegada del ferrocarril a Luján, aumentó considerablemente el número de peregrinos.
Los italianos, organizaron importantes movilizaciones .Llegaron a reunir más de 25.000 peregrinos. No fueron los únicos ni los primeros. Los irlandeses prepararon una cada seis años. Sucedían cada vez que San Patricio caía en domingo Llegaban también vascos, españoles, franceses. Ir a Luján se convirtió en una cita obligada. Llegaban peregrinaciones de Pergamino, San Isidro, San Nicolás, etc.
Los organizadores negociaban con antelación con el ferrocarril y conseguían el boleto desde la Estación Once a Luján de 4,25 a $2. No se suspendía por mal tiempo. Podían llevar hasta 10 bandas de música, que interpretaban cánticos tradicionales. ¡Todo un atractivo¡
Se reservaban lugares para descanso de los peregrinos. Las viandas eran variadas: pascualinas, milanesas, frutas, bebidas etc… Había horario para misas, procesiones. No faltaban los partidos de fútbol, kermeses, visita a los museos, etc.
El Diario La Nación publicó el 15 de noviembre de 1937 una foto que mostraba la magnitud de estas peregrinaciones.
Desde el año 1945 se realiza el último domingo del mes de septiembre, la peregrinación “gaucha”, para rendir culto a la Virgen.
Recuerdos peregrinos : “…ir a Luján era lo mismo que viajar al desierto, las locomotoras a vapor, con su fogonero, arrastrando los vagones… la partida… un espectáculo,… los rezos acompañaban todo el viaje…predominaba la alegría y el entusiasmo”
Irene Coppa evoca que en su niñez, en la década del treinta, viajaban a Luján y solían tomar el tren a la Basílica. Otra opción era un solo colectivo que no daba abasto. Entonces su padre decidía ir en “mateo”, provocando el regañar de su madre, por ser más costoso.
FINAL DEL SERVICIO
El avance del parque automotor, hizo que decayera el uso del ferrocarril, a pesar que ser el medio más económico, rápido y seguro. El 13 de mayo de 1955, se suspendió el servicio. Funcionó en ocasiones, con gran llegada de peregrinos. Por acuerdos entre la empresa ferroviaria y el municipio de Luján, se resolvió, el 17 de abril de 1956, el levantamiento de las vías y de las instalaciones de la Estación Basílica.
La calle Enrique Udaondo responde a lo que fue el trazado de las vías. En el 2010, la Municipalidad, colocó unas placas que recuerdan el paso del tren. La Estación es hoy la Plazoleta Antigua Estación Basílica.
Susana Boragno
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